de noche
de
noche
“El tiempo aplazado hasta nuevo aviso
se anuncia ya en el horizonte”
Una querida amiga poeta peruana -que hace apenas
unas semanas fue sometida a una masectomía- desde su casa en Magdalena del Mar
en Lima, ha subido un video a Instagram en el que lee un poema de Ingeborg
Bachman.
Mientras veo el video me interrumpe el sonido que
anuncia que otro amigo, periodista venezolano ahora radicado en Ciudad de
México, ha enviado un texto por Messenger: “Perecen los organismos vivos, decía
Heidegger. El organismo pereció. Nosotros no perecemos (...) A finales de
febrero, en Australia, murió una amiga muy querida, que nunca llegó a saber del
Covid19. El tiempo es un fogonazo”.
Salto a fb ¡Aute el autor de “Rosas en el mar” ha
muerto!
En ese mismo instante -como si todos quisieran
participar en esta suerte de cadáver exquisito ¿involuntario?- entra un
WhatsApp con una nota que me reenvía mi hijo mayor sobre drones utilizados
por autoridades de Jojutla para vigilar a la población. Cuando se observa
a varias personas reunidas “la policía acerca la aeronave para pedirles que se
retiren hacia sus casas”. Prevención ¿o control de Gran hermano?
Al día siguiente, un video en fb de Antonio
Briceño desde Caracas me devuelve la esperanza “La dama en cuarentena”,
florece.
https://www.instagram.com/p/B-dHWRkhn1N/?igshid=1dmp13x014jek
https://www.instagram.com/p/B-dHWRkhn1N/?igshid=1dmp13x014jek
En estos momentos, pienso en todas las veces que estuve a punto de renunciar a mi trabajo y me siento agradecido por tener una entrada fija (aunque insuficiente), que me permite quedarme en casa. Paso de la casa al carro, a Superama. Desinfecto todo lo que compro, lavando los envases. A veces, salgo a caminar por las calles vacías de la zona en que vivo. Mis músculos requieren movimiento. La memoria trae recuerdos de cuando renuncié al INEA e, inmediatamente, me dio hepatitis. ¡Había añorado ver esa primavera en flor! Ahora la veía desde mi cama, a través de la ventana de mi cuarto. Mi amigo, Mario Chagoya, nunca dio a conocer mi renuncia a las autoridades. Durante todo ese tiempo, Elsa Trueba o alguna otra amiga, me traían mi cheque. Después de 4 meses, regresé a trabajar. Pero en ese tiempo, éramos gregarios y solidarios. Casi no hubo un día que no recibiera una o varias visitas de mis amig@s. Viéndolo en retrospectiva, tanto cariño, incluso pudo haber sido contraproducente para mi salud, pues acababa el día rendido. Sin embargo, ver y sentir el cariño de mis amig@s, no tenía precio. Hoy, sólo tengo medio hígado funcional. Así vivo ¿Desde entonces? Un par de meses después fue el terremoto de 1985. Nuevo paro de actividades. En abril de 1986, felizmente, me despidieron. Salí cantando Proud Mary. "Los a good job in the City, working for the man every night and day, then I never lost one minute of sleeping" etc. Tenía mi vida por delante.
ResponderEliminarRecuérdo(te) pelirrojo Manuel Zozaya/Manuel López Castañeda. Por eso te llamábamos Archie, aunque poco, creo, tenías que ver con el cándido personaje de las historietas, tus inquietantes dibujos, hablaban de otras cosas. Ausentes de adolescentes tomando malteadas...
EliminarCuántos sentires, querida Gabriela, desde tantas ventanas y tantas direcciones geográficas. Pienso, quizá como tú, que parecería que todo sucede muuuuuuuuuuucho más lento porque los días se repiten bastante entre sí, pero a la vez todo sucede rapidísimo (horas por minuto) por la hiperestimulación de las pantallas, la información que se encabalga... Hay una fractura temporal que todavía no estoy procesando bien, como si las fronteras de lo opuesto ahora colindasen; ¿no es eso lo que intuimos con la vida y la muerte, nunca tan yuxtapuestas como en tu prosa?
ResponderEliminarJuan Manuel, querido, a mí me acompaña ¿desde siempre? una sensación/percepción de pertenencia y ajenidad perenne. Hoy, por hoy, la muerte aquí y allá se hace presente cercana -“mía”, “nuestra”- pero al mismo tiempo es algo tan distante y ajeno como los datos estadísticos con los que a cada momento nos bombardean los medios y las redes sociales. ¿Cómo se vive el duelo - en esta situación inédita- por tantas personas fallecidas por este Virus Coronado, por los que han muerto sin mayores reflectores de muerte natural, violencia doméstica y otros padecimientos y violencias? ¿Cómo se celebra la vida, en este confinamiento, en el que como nunca nos inter comunicamos a través de las pantallas de la web? Yo, como tú con Moka, constato la maravilla de la vida observando el comportamiento de Tuna, animales que sabiamente se adaptan.
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