tan lejos

tan lejos

¿Recuerdas que hace años, cuando compartíamos casa y cama, me desperté de madrugada porque olía a quemado, pero tú no lo percibías? Salimos a la calle y nada, ni llamas, ni humo. En esos años -¿finales de los setenta?- no había internet, ni redes que consultar, así que volvimos a la cama. Por la mañana te sorprendió que el noticiero matutino reseñara que esa madrugada había ocurrido un incendio en el Hotel Camino Real, en Polanco, y que yo -desde nuestra casa en Narvarte-, hubiera podido olerlo...

Los olores se intensifican por la noche, perturban mi sueño. 

¿O es mi olfato el que se agudiza hasta alcanzar el inconfundible olor a hierba quemada de El Ávila caraqueño, ese cerro en cuyas faldas viví varios años, que se ubica a más de 3500 kilómetros de distancia de la Ciudad de México donde me encuentro ahora? 

El olor de El Ávila ardiendo va quedando atrás, lo cubre la penetrante fetidez, que esta noche llega a mí, de los cadáveres que se acumulan en las calles de Guayaquil, ciudad a 3192 kilómetro de distancia de la mía y en la que nunca he estado. Cuerpos que imploran ser quemados.

https://www.archdaily.mx/mx/781215/serie-archivo-s-hotel-camino-real-ciudad-de-mexico